viernes, 8 de abril de 2011

Por qué Francisco José no quiere ir al cole.

Francisco José no quiere ir al cole.

Como madre me pregunto cuál será la razón por la que Francisco José no quiere ir al cole, como maestra de infantil se que cuando una criatura después de dos años llora todas las mañanas al llegar al aula algo no funciona bien, desde la posición de la familia la respuesta fácil sería culpar a la escuela, pero como maestra de infantil se que hay muchos factores que influyen. El porqué muchas niñas y niños de edades comprendidas entre 0 y 6 años lloran cuando van a la escuela, ha hecho que corran ríos de tinta, y se han escrito artículos que dan diferentes respuestas, los lazos de apego, la sobreprotección de las familias... 

Las niñas y los niños de dos años son pequeños pero no son tontos, una de las primeras cosas que aprenden es a utilizar el chantaje emocional, saben que poniendo el puchero más adorable y la carita de pena se te parte el alma y cedes en todo. Como maestra he ido evolucionando desde una postura de experta en la que “daba consejos” o mejor dicho “prescripciones facultativas” de que había que hacer para superar estas situaciones, hasta posturas en la que entiendes que los momentos de separación son duros para las niñas y los niños pero también para las madres, y que hay que ir de a poquito ganándonos la confianza de unos y de otras.

Ahora tengo la  oportunidad de vivir el proceso como madre y no es tan fácil llevar a la práctica lo que predico como maestra, aun así lo intento. Lo intento cuando  Francisco José me dice que está “alito” (malito) y que lo lleve con la abuela. Lo intento cuando haciendo caso de las recomendaciones de la maestra, toco a la puerta del aula, saludo, suelto a los niños y me doy la vuelta, haciendo oídos sordos a sus llantos y protestas. Lo intento cuando venzo la tentación de espiar por los cristales del aula para ver que hacen. Lo intento cuando compro un libro de fichas sabiendo que mis hijos a la tierna edad de 1 año tendrá que pasar 30 interminables minutos sentados en sus preciosas sillas de colores intentando coger una cera con una psicomotricidad que a penas les permite coger torpemente una pelota, sentados y en silencio, cuando tienen un mundo a su alcance.

Miguel ha sido el protagonista de la semana, el martes le tocó llevar su cuento preferido, la noche antes decidimos que debía escoger uno, difícil elección.  Eligió:  El topo que queria saber quién se había hecho eso en su cabeza de Werner Holzwarths, Caperucita Roja de los Hermanos Grimm, su preferido desde que tenia un año y leímos cuentos de personajes de lobos y El gallo kirico de Antonio Rodriguez Almodovar, cómo no se decidia por ninguno, optamos por  llevarlos  todos.  Por su parte, Francisco José nada más despertarse me informó, por si tenía alguna duda, que esa mañana tampoco quería ir al cole. En estos momentos en los que el ritmo de mis hijos y el mío van a destiempo, ellos desearían levantarse tranquilamente y  jugar un rato mientras yo quiero que se laven, desayunen y se vistan deprisa, deprisa, deprisa,  las protestas de Francisco José me sobrepasan y tentada estoy en decirle-  Vale, no vas al cole. Sin embargo, a pesar de su  anuncio Francisco José aparece con el libro de Dinosaurios y su Estegosaurio en la mano y me dice: mama, yo si cole. 
Mamá, yo si cole, si voy al cole porque por fin puedo hacer una tarea que me parece interesante, y es   mostrarles a mis compañeras y compañeros donde está mi dinosaurio, que mi maestras me lea cómo se llama, qué come o cuánto mide.

Y se me parte el alma, cuando veo las cosas que mis hijos podrían aprender, las ganas con las que irían a la escuela infantil y se hace evidente que para ver la ruptura entre prácticas docentes y la vida, vida (como diría Myriam Nemirovsky.) no hay que esperar a secundaria, que ya con dos años lo que hacemos en la escuela y lo que hacemos en la vida no van de la mano. Que mientras en la clase me enseñan el círculo, en casa leo sobre la vida de los dinosaurios o las ballenas, o los tiburones. Y sí, sólo tienen dos años, porque para empezar a leer no hay que esperar a tener veinte. Que con dos años Miguel y Francisco José quieren descubrir y saber de  las mil cosas que hemos de aprender para ser usuarios de este mundo y a las que la escuela en muchas ocasiones damos la espalda. Es por eso que, aun siendo maestra, no puedo entender qué estamos haciendo en las aulas de infantil para que Francisco José no quiera ir al cole.



 “Los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99, corresponde a nosotros facilitar la comunicación entre los niños y el mundo" Loris Malagguci.

8 comentarios:

  1. Ya me iba a dormir amiga, pero de repente me he acordado de tí y aqui está tu nueva entrada.
    Me he acordado de cuando Rocío con 3 años decía que no quería ir al cole porque allí no hacía "tonterías, canciones y recorticos" porque a ella le gustaba escribir y le encantaban los cuentos.

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  2. Como profesora y madre de una nena de tres años me encuentro en una situación similar y me parece maravilloso que lo cuentes.

    La verdad es que mi propia conclusión es dura, porque creo que la guarde, el cole y el instituto en realidad son una necesidad social que no se corresponde con la necesidad personal, ni con el modo natural de crecer de los seres humanos.

    No es natural que los organicemos por edades, cuando cada uno de ellos debería aprender de personas de distinta edad. No es natural permanecer sentado, hacer fichas, cantar, atender a la pizarra... Nos acostumbramos y nos convertimos en buenos ciudadanos, pero lo que querríamos es descubrir el mundo siempre como los fines de semana...

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  3. Bueno, bueno, y más bueno.
    Sí, esto de que la vida y la escuela vayan cada uno/a por su sitio, no es lo que debería ser.
    Si preparamos a los niños y niñas para la vida en unos centros educativos, la vida debe de entrar en los centros. Y la vida es querer aprender y querer enseñar con ilusión, ganas, alegría, esfuerzo, etc... Pero sobre todo, vida es compañía.
    En mis tiempos decíamos "maestra vida".

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  4. Gracia, gracias por vuestras palabras. A pesar de los momentos duros aportaciones como las vuestras me recuerdan que podemos hacer mucho porque la vida en las aulas cambie. Por un lado las familias aportando su visión de la educación que queremos para nuestros hijos y nuestras hijas y por otra las maestras y maestros que empiezan a dar pequeños grandes pasos porque las vidas en las aulas cambien.

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  5. HOLA, MADRAZA.
    Me encanta leer unas reflexiones tan valiosas, y tan desde dentro. Eres una vaca púrpura entre las mujeres, madres y PERSONAS.
    La última frase habría que ponerla en letras mayúsculas en todas las escuelas.
    GRACIAS

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  6. Hola Sofía, en otro tiempo si alguién me hubiera calificado de vaca no me hubiera sentido alagada, ¡como cambian las percepciones!

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  7. ¡Felicidades por el blog! Esto marcha y me gusta el camino que ha emprendido.
    Me entristece saber que los esquemas tradicionales se han adelantado a edades tan tempranas. ¡Qué pena y qué pérdida de tiempo!! Totalmente de acuerdo contigo.
    Un abrazo y enhorabuena.

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  8. Maravillosas tus declaraciones y ciertas, muy ciertas
    Un besazo MADRAZA

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